CONVITE: Unidad por el Cultivo de la Tierra y los Sueños de Mujeres Campesinas

El pasado 2 de junio de 2025, las tierras de la vereda San Isidro en el municipio de Trujillo – Valle del Cauca, vibraron con la energía de la solidaridad y el trabajo colectivo. Aquí el grupo de mujeres de la organización Corposanisidro llevó a cabo una jornada ejemplar de “convite”; una tradición ancestral que renace con fuerza para tejer desarrollo comunitario y sostenibilidad. Más de 30 personas de la organización, se dieron cita para una jornada de labores agrícolas que, más allá de la tarea misma, fortaleció lazos y cultivó esperanzas.

El corazón de este convite fue el apoyo directo al emprendimiento económico-productivo de las mujeres de Corposanisidro. Reconociendo su liderazgo y su rol fundamental en la economía familiar y local, la jornada se centró en el desarrollo de una serie de labores culturales del cultivo de banano, ese que se ha convertido en una fuente de ingresos fundamental para muchas de ellas. Así que, desde tempranas horas de la mañana, el ambiente en el campo fue de camaradería y entusiasmo.

¿Qué es un convite? Para las personas que no están familiarizadas, el convite es mucho más que una simple jornada de trabajo. Es una manifestación pura de la minga, del apoyo mutuo, de la solidaridad campesina que ha forjado la historia de las comunidades rurales. En el convite se comparten herramientas, saberes, risas y, sobre todo, un objetivo común. Es una forma de economía solidaria que demuestra que, cuando un grupo se une en un propósito, la suma de los esfuerzos individuales se multiplica exponencialmente. En el convite del grupo de mujeres de Corposanisidro, esta esencia se vivió en cada tarea, en cada gesto de apoyo.

Las labores culturales en el cultivo de banano fueron desarrolladas por un grupo de jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que se distribuyeron por el terreno, cada persona aportando su fuerza de trabajo y conocimiento. La fertilización fue una de las tareas clave, proveyendo a las plantas los nutrientes necesarios para su crecimiento y producción óptima; ver a manos expertas y novatas trabajando hombro a hombro para nutrir la tierra era un espectáculo de compromiso.

Simultáneamente, se llevó a cabo la limpieza del cultivo; para ello, un grupo de hombres jóvenes y adultos, con guadaña en mano, cortaban casi a ras del suelo una serie de arvenses que crecen junto al cultivo; sin embargo, esta práctica implicaba mantener la vegetación y dejar la cobertura que funciona para proteger el suelo y evitar la erosión por efecto de la lluvia. Fue un trabajo minucioso que requiere atención al detalle, y en el que la experiencia de los más veteranos guio a las nuevas generaciones.

Una labor de particular importancia fue el deshoje para el control fitosanitario. Esta técnica consiste en retirar las hojas secas, enfermas o dañadas de las plantas de banano; no es una cuestión estética, sino una medida crucial para prevenir la propagación de hongos y otras enfermedades, permitiendo que la planta concentre su energía en el desarrollo de los frutos. Ver cómo se seleccionaban cuidadosamente las hojas a remover, comprendiendo el porqué de cada corte, era una lección práctica de agricultura sostenible.

Lo más destacable de esta jornada fue, sin duda, el trabajo comunitario de jóvenes, hombres y mujeres de la organización; pues más allá de ser una actividad laboral, se configuró como una reafirmación de la identidad y la cohesión de Corposanisidro. Las nuevas generaciones de jóvenes participaron con entusiasmo, aprendiendo de sus mayores y aportando su energía; por su parte, los hombres, con su fuerza y experiencia, complementaron las labores de las mujeres, quienes lideran este emprendimiento económico-productivo. Fue una danza armoniosa de roles y habilidades, donde cada persona aportó lo mejor de sí misma para el beneficio colectivo; las risas y las conversaciones animadas resonaron entre los surcos, demostrando que el trabajo duro también puede ser una fuente de alegría y unión.

Al finalizar las labores, el aroma de un almuerzo compartido y preparado en el sitio sobre un fogón de leña permitió sentarse juntas a todas las personas participantes, pues después de una jornada de esfuerzo físico, fue la recompensa perfecta. Debajo de esas plantas de banano, se compartieron anécdotas, se celebraron los logros del día y se fortalecieron los lazos de amistad y compañerismo. Este momento de esparcimiento es tan esencial como el trabajo mismo en la cultura del convite, pues es allí donde se consolida el sentido de pertenencia y se renueva el espíritu para futuras iniciativas.

La jornada de convite de Corposanisidro es un claro ejemplo de cómo la organización comunitaria y la tradición solidaria pueden impulsar el desarrollo económico y ambiental; porque sin duda alguna, es una inspiración para todas aquellas personas que creen en el poder de la unión para transformar realidades. Desde el IMCA acompañamos esta serie de acciones que ponen en práctica los principios de la economía solidaria y por eso felicitamos al grupo de mujeres, a las personas que participaron e hicieron posible esta jornada y a la organización Corposanisidro por seguir cultivando un futuro más próspero y equitativo para su comunidad.

Redacción

Pedro Antonio Ojeda Pinta

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